Un total de
829 víctimas mortales y 43 años después, ETA dice ahora que dice adiós a las
armas. No me lo acabo de creer aunque es lo que desearía hacer. Viniendo el anuncio de quien viene no puedo
evitar la incredulidad y la sospecha de que no hay voluntad sincera de poner el
verdadero punto y final a más de cuatro décadas de asesinatos, extorsión,
chantaje y dolor. Lo ha sufrido en primera persona la sociedad vasca, pero
también el resto de España que en no pocas ocasiones fue testigo de cómo los
asesinatos etarras pusieron en peligro incluso la estabilidad del sistema
democrático. Siempre fue uno de sus grandes objetivos provocar una intervención
militar que pudieran utilizar para justificar sus asesinatos. La firmeza y la
unidad de la sociedad española para resistir al terror hizo que ese tiro les
saliera por la culata.
Sobre el
anuncio de desarme hecho por ETA a mediados de marzo y que supuestamente se va materializar mañana cuando los llamados “mediadores” informen a la justicia
francesa de la localización de las armas, hay más preguntas que respuestas.
¿Qué armas y explosivos va a entregar ETA? ¿Todas, incluidas las más mortíferas
o sólo los tirachinas? ¿Controla ya ETA todo su arsenal? ¿Y si no es así, quién
lo hace? ¿Cómo podrán verificar las autoridades francesas y españolas que el
desarme es completo y definitivo? Nadie lo sabe y ETA tampoco ha dado muestras
de quererlo aclarar.
De lo que no
me cabe duda es de que el desarme que anuncia ETA no responde a un repentino rapto
de arrepentimiento por tantas bombas mortíferas y tantos tiro en la nuca. ETA
está policialmente derrotada y los terroristas son perfectamente conscientes de
ello. La única salida que les queda es intentar blanquear un pasado manchado de
sangre para presentarse ante la sociedad vasca y española como los chicos
buenos y nobles que entregaron las armas por el bien de la paz y para buscar
una salida negociada al “conflicto”. El objetivo no es otro que la impunidad por los crímenes cometidos y la
reinserción en la vida civil y política del País Vasco en donde un partido
legalizado como Sortu estaría encantada de abrirle los brazos y las puertas. Porque,
si bien parece que la capacidad de matar
de ETA es muy limitada en estos momentos, su semilla política en cambio dista mucho de estar erradicada como ponen de
manifiesto a diario personajes como Arnaldo Otegui.
Junto con un nuevo intento de presionar al Gobierno español para que acerque a los presos etarras al País Vasco, esas pueden ser algunas de las claves que se esconden en esta nueva campaña propagandística de ETA para echar tierra sobre un pasado de muerte y dolor. Para que podamos empezar a creer en los etarras deberían comenzar por garantizar un desarme completo y verificable, disolverse, asumir sus responsabilidades judiciales y pedir perdón a las víctimas y a sus familias. Todo eso se puede hacer en un solo y único acto y eso es lo que se exige a ETA que haga. Sé que pido mucho políticamente hablando pero moralmente no se puede pedir menos.
Junto con un nuevo intento de presionar al Gobierno español para que acerque a los presos etarras al País Vasco, esas pueden ser algunas de las claves que se esconden en esta nueva campaña propagandística de ETA para echar tierra sobre un pasado de muerte y dolor. Para que podamos empezar a creer en los etarras deberían comenzar por garantizar un desarme completo y verificable, disolverse, asumir sus responsabilidades judiciales y pedir perdón a las víctimas y a sus familias. Todo eso se puede hacer en un solo y único acto y eso es lo que se exige a ETA que haga. Sé que pido mucho políticamente hablando pero moralmente no se puede pedir menos.
Ni la sociedad
vasca ni la española les deben nada a los etarras como para que consideren que
tenemos que agradecerles que nos perdonen la vida. Son ellos los que deben
mucho sufrimiento y miedo permanente a miles de familias y al conjunto de un
país que aún tardará décadas en superar las secuelas de tantos años de plomo y
bomba lapa. Por cierto, entre los 829
muertos de los que es responsable ETA figura uno llamado Luis Carrero Blanco,
últimamente objeto hasta de alguna sentencia judicial en cuyo contenido no voy
a entrar ahora. Lo único que digo es que siempre he pensado que todos los
muertos son iguales independientemente de lo que hicieron en vida y de la forma
en la que dejaron de existir. De ahí que, desde mi punto de vista, burlarse de uno de los muertos provocados por
la barbarie de ETA y de cómo fue asesinado es como burlarse también de los 828
restantes.
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