Se llama Andrea Fabra –
de los Fabra de toda la vida, ya saben – y es diputada
castellonense del PP, partido en el que milita desde los tiernos 18
años. De raza le debe venir porque su padre es Carlos Fabra,
dirigente cuasi vitalicio del PP de Castellón con un gusto
sospechoso por las gafas ahumadas propias de los capos mafiosos de
serie B. Entre los grandes logros del progenitor figuran la
construcción de un aeropuerto para que paseen las personas y sacarse
la lotería todos los años.
Que esté imputado por
cohecho, tráfico de influencias y fraude fiscal es algo que no le
inquieta lo más mínimo. A la sombra de tan augusto personaje,
Andrea Fabra pasó por la universidad – las malas lenguas dicen que
es dudoso que la universidad pasara por ella, pero eso es irrelevante
– y se licenció en Derecho.
A los 25 años ya era
asesora parlamentaria de su paisano Juan Costa, entonces secretario
de Estado de Hacienda en el Gobierno de Aznar, y, a la sazón,
hermano de Ricardo, el gimoteante ex secretario del PP valenciano
conocido por un gusto exquisito en la elección de sus trajes. Es un misterio aún sin
desvelar qué pudo influir, pero lo cierto es que Andrea dio pronto
el salto al sector privado como gerente de Relaciones Internacionales
de Telefónica. Claro que eso no le hizo perder el contacto con la
política, por la que siente una gran pasión mamada en su familia
durante generaciones.
Así que en 2000 accedió
a la ejecutiva del PP de Castellón que – miren por dónde –
presidía su egregio padre. Y ahí sigue desempeñando la
responsabilidad que más se adapta a su perfil de persona
comprometida y sensible ante los problemas sociales: secretaria
ejecutiva de Acción Social que ha compaginado con el mismo puesto en
el PP de la comunidad valenciana.
El salto a la política
nacional lo dio de la mano de otra cima del PP valenciano, Francisco
Camps, muy conocido y reconocido también por su cuidado atuendo y
por el que ha sido interrogado con reiteración hasta por jueces,
fiscales y abogados, personajes todos ellos de pésimo gusto en el
vestir, como es sabido. Fue él, Camps, quien la designó senadora
por la Comunidad Autónoma antes de que en las elecciones de 2008
obtuviera un escaño por Castellón que renovó en 2011.
Claro que la vida de una persona como ella entregada al servicio de los demás no suele ser un camino de rosas: siempre hay envidiosos y calumniadores dispuestos a desacreditar el esfuerzo, la constancia y la honradez. La malvada administración de Hacienda decidió investigarla en 2007 por orden del juez instructor del “caso Fabra” - sí, en efecto, el que no le quita el sueño a su padre porque se siente absuelto por el pueblo, porque Mariano Rajoy recompensó sus servicios públicos llamándole ciudadano ejemplar y Francisco Camps dijo que Castellón tenía mucha suerte de contar con él, aunque tal vez debió decir que Fabra tenía mucha suerte de contar con Castellón.
Pero
volviendo a Andreíta, este retoño político llamado a escribir
grandes páginas en las historia pública del país, es en la
actualidad la portavoz de su partido en la Comisión de Sanidad y
Servicios Sociales del Congreso de los Diputados, cargo que le viene
como anillo al dedo – por cierto, su marido José Güemes es el ex
consejero de Sanidad de Esperanza Aguirre, otro pepero
de
postín para que todo quede en familia.
Lo
que no conocíamos bien hasta ahora era su fina capacidad oratoria y
el verdadero ideario político de Andrea Fabra; sin embargo ella ha
tenido a bien hacerlo público - y a gritos - en el Congreso de los
Diputados, la tribuna ideal para dejar constancia en el Diario de
Sesiones de los discursos públicos que deberían estudiar a
partir de ahora los escolares en Eduación Cívica y Constitucional.
La
revelación se produjo cuando Mariano Rajoy dejó caer el miércoles
un nuevo hachazo, en esta ocasión sobre la prestación que reciben
los parados: ¡que se jodan!, grito Andrea desde su escaño, con una
concisión y una claridad de ideas nunca hasta ahora oídas en la
Cámara. ¿Qué político actual es capaz de exponer su ideario en
diez letras y tres palabras con tanta transparencia, contundencia y
enjundia? No cabe duda: a Andrea Fabra le espera un gran futuro en el
PP.