1/4
3/4
4/4
"Lo que inquieta al hombre no son las cosas, sino las opiniones acerca de las cosas". (Epicteto)
Aunque tal vez no debería
sorprendernos demasiado: El FMI es el fiel guardián de los intereses del capitalismo
y sus mercados y, quien quiera saber más de las desastrosas consecuencias que
han tenido sus recomendaciones a lo largo de la historia, tiene a su
disposición un buen arsenal bibliográfico. Sin ir más lejos, el último y
magnífico libro de Josep Fontana "Por
el bien del imperio" (Ed. Pasado y Presente).
Amparado en su mayoría
absoluta y en su completa falta de sensibilidad, el Gobierno ha cargado sobre
los hombros de los empobrecidos pensionistas de este país el pago de los
medicamentos y hasta de las prótesis y el transporte sanitario que necesitan,
por ejemplo, para acudir a rehabilitación o a recibir quimioterapia.
Cuentan que, cuando el viejo
líder soviético Nikita Krushev (el del zapatazo en la ONU) abandonó la
dirección del Partido Comunista, escribió y lacró dos cartas dirigidas a su
sucesor Leonidas Brezhnev. Al cederle el poder, le aconsejó que abriese la
primera carta en cuanto se le presentase un problema de difícil solución y la
segunda cuando se volviera a encontrar en la misma situación.
Pero ¿es suficiente? ¿hay
que pasar página, considerar lo ocurrido como un error aislado, olvidar el
pasado y volver al amor? Creo que no. Aunque la Casa Real anuncie ahora, a
elefante pasado, que se estudiará con cuidado la agenda real, pública y privada,
para no dar lugar a habladurías, es necesario hacer mucho más.
Érase una vez un país otrora
grande pero venido a mediano tirando a chico. Tenía un rey puesto en el trono por un general
bajito y con muy mala leche. Con el fin de evitar males mayores, los súbditos
aceptaron el apaño y tiraron para adelante; incluso aprobaron una constitución
que consagraba que el rey en cuestión era el jefe del estado aunque nadie lo había elegido.
No fue la amnistía fiscal la única
ocurrencia que ayer nos regaló el Consejo de Ministros. Los Presupuestos
Generales del Estado son toda una ocurrencia en sí mismos: recortes del gasto
del 17% en los ministerios, hachazo a los gastos sociales (adiós a las ayudas
por la Ley de Dependencia) y subidón del recibo de la luz y el gas. Todo muy
equitativo, como la amnistía fiscal.
Tal vez ni tanto ni tan
calvo. La mayoría de las informaciones coinciden en que el paro tuvo un
seguimiento alto en la industria y los transportes públicos y mucho más
atenuado en el comercio.