Un “tiempo de reflexión” o “tiempo muerto” se ha pedido Arturo Fernández para decidir sobre su futuro. Del presidente de la patronal madrileña y vicepresidente de la española, además de hoolingan del PP a jornada completa, han dicho varios de sus empleados que tenía por costumbre inveterada pagarles parte de sus sueldos en sobres y en negro, el medio y el color que hacen furor en los últimos tiempos en España. Aunque los que así aseguran que cobraban no están exentos de culpa ni la denuncia pública que ahora hacen les exime de responsabilidad, afirman que no había otra opción: o lo tomas o lo dejas. Puede ser, aunque eso no excluye que a muchos les pareciera fantástico no tener que rendir cuentas ante Hacienda, otra costumbre de profundas raíces antropológicas en España aunque a la postre resulte desastrosa.
Su patrón negó de entrada los hechos pero después de una reunión ayer a puerta cerrada con sus conmilitones de la CEOE, se supo que había pedido un periodo de reflexión antes de decidir si renuncia a sus cargos en la patronal nacional y madrileña. Es consolador saber que en la cúpula de la patronal española hay algunos empresarios – los menos – a los que las presuntas prácticas fraudulentas de Fernández no les hacen ni pizca de gracia y opinan que debería abandonar la primera línea de fuego después de haber sido gravemente herido en pleno combate neoliberal.
Ya bastante despachurrada está la imagen de los empresarios de este país, con el ex presidente Díaz Ferrán en la cárcel por trincón y alzador de bienes y su sucesor diciendo sandeces por los rincones sobre la EPA y los funcionarios, como para empeorar más las cosas. Sin embargo, parecen ser mayoría los que opinan que no hay razones para que Fernández se retire a sus cuarteles de invierno a pesar de que la Fiscalía ya se haya puesto manos a la obra de averiguar lo del presunto fraude a la Seguridad Social.
Al propio presidente Rosell, tan elocuente a la hora de pedir que se endurezca la reforma laboral, de desacreditar encuestas de referencia como la de Población Activa y tan ingenioso a la hora de mandar a sus casas a miles de funcionarios porque salen más baratos y gastan menos papel y teléfono, tampoco se le ha escuchado esta vez decir en público si piensa que su número dos debe seguir los pasos de Benedicto XVI y retirarse a un convento para meditar sobre sus presuntos pecados. No parece preocuparles lo más mínimo que Fernández, el hombre que clamaba contra los acampados en la Puerta del Sol y que tiene en su hoja de servicios generosas donaciones económicas al PP, haya presuntamente defraudado a la Seguridad Social.
Es uno de los nuestros, parecen dar a entender, y a uno de los nuestros no se le abandona a su suerte y menos por un pecadillo tan venial como escamotear las cotizaciones a la Seguridad Social de sus trabajadores por tiempo y cuantía aún por determinar. Que reflexione Arturo Fernández pero que reflexionen también todos los que como él consideran que no ha hecho nada incorrecto; que mediten sobre si no son en realidad las declaraciones extemporáneas, las prácticas corruptas y las conductas dudosas las que perjudican de verdad la manoseada marca España con la que, eso sí, se llenan la boca al referirse a las protestas y huelgas de trabajadores y ciudadanos hartos ya de tanta insolencia, impunidad y descaro en la casta dirigente de este país.
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