El pobre Duque de Palma ha pasado en poco tiempo de empalmado a imputado y ahora también a embargado. Y no precisamente de la emoción. Este as del trinque y la rebanada pública, este atlético campeón de las salas enmoquetadas y los aposentos reales, pasa estos días por un duro e injusto calvario. Ya nadie quiere sacarse fotos con él ni pedirle autógrafos; hasta su cuñado hace todo lo posible para no encontrárselo cara a cara, mientras la canallesca y los jueces lo persiguen con saña inmerecida allá por donde va. ¡Un suplicio!
La ciudad de la que toma el nombre su ducado se avergüenza de que una de sus principales calles se llame Duque de Palma: hoy mismo quitarán la placa y hasta le han pedido a su suegro que le retire el ducado. ¡Lo que hay que oír y ver! Su familia política lo ha desahuciado de la Casa Real y lo ha borrado de su web como si se tratara de un Trotsky cualquiera. La cuestión es hacerlo invisible a los ojos reales, desterrarlo a las tinieblas del olvido y allá se las componga él y sus audaces andanzas ducales. Dicho de otra manera: apartarlo de los dominios reales para que no recaiga sobre ellos mácula corrupta alguna. Vano intento me parece, o en castizo, a buenas horas mangas verdes.
El daño ya está hecho y la mancha causada es de las que más que verse huelen, y por mucho que se intente no hay manera de que dejen de heder. Y así, fané y descangallado, al duque lo tiene bien agarrado por sus ducados un juez que osa incluso interrogarle vestido con vulgar chaqueta de pana verde. A la vista de la cuantía del trinque público le impuso una fianza solidaria de más de 8 millones de euros que ni el cada vez menos empalmado duque ni su socio de correrías y sin embargo enemigo, Diego Torres, han querido pagar. Y ello, a pesar de ser público y notorio que con vender la chabolita de Pedralbes y algún cuartucho más repartido por esos mundos de Dios satisfaría con creces buena parte de la fianza y hasta la fianza entera.
Él no, él es un duque con toda la barba que se siente "injustamente empobrecido" y amaga con ir al Constitucional en defensa de sus vulnerados derechos a ser medalla de oro en los prestigiosos campeonatos nacionales de El Botín Público para quien se lo curre. Ahora, ese juez tan irrespetuoso con la sangre azul que corre por las venas de este duque de triste figura, ha osado pedir un listado de sus bienes para embargárselos. ¡A dónde iremos a parar! ¡Qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón! ¡Cualquiera es un señor! ¡Cualquiera es un ladrón!
Esta es la triste historia de un pobre duque que lo tuvo todo pero no tuvo bastante y que ahora se ve abandonado a su triste suerte. Moraleja: nunca te empalmes con lo ajeno o se te notará el bulto en la billetera y terminarás embargado y puede que hasta en la cárcel. Y colorín colorado, este cuento no se ha acabado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario