Al PP están a punto de saltársele los fusibles. La intensidad del caso de los sobresueldos unida a la regularización fiscal del dinero que el ex tesorero Bárcenas ocultaba en Suiza y que blanqueó con el primor de quien usase zumo de limón, tienen al partido y al Gobierno ante uno de los trances más comprometidos de su historia.
Sin embargo, en lugar de dar explicaciones claras y convincentes para intentar al menos rebajar la intensidad de la descarga que se avecina con la Fiscalía anunciando que investigará el caso, opta por escudarse en la negación sistemática y por matar al mensajero contra el que se esgrimen todo tipo de amenazas judiciales. ¿Y las pruebas que demuestran que es falso lo que publicó EL PAÍS ayer después de que lo adelantara unos días antes EL MUNDO – aunque sin papeles manuscritos de por medio? ¿Se querellarán también el PP y los miembros de la lista de Bárcenas contra el diario de Pedro J.?
Dolores de Cospedal afirmaba hace unos días que “no le constaban” sobresueldos en el PP y casi se tomaba a coña la noticia. En su lamentable comparecencia de ayer en la que impidió que preguntaran los periodistas de EL PAÍS – otro gesto suyo de transparencia – afirmó sin embargo que no existen los sobresueldos, que contabilidad en el PP sólo hay una y ésta es limpia, legal y transparente como los chorros del oro. Estamos por tanto – dijo - ante una invención que sólo quiere hacer daño al partido que está intentando crecer y crear empleo para sacar a España de la crisis. Una irresponsabilidad y un cruel gesto de incomprensión hacia sus desvelos por los problemas de los españoles, vamos.
Para la mano derecha de Rajoy en el PP, que el presidente del Senado, Pío García Escudero, haya admitido que recibió un crédito del partido que luego devolvió, no significa que sea cierto que todos los demás que aparecen en la lista de Bárcenas también recibieran sobresueldos de oscura procedencia - ¿tal vez jugosas comisiones por grandes contratos públicos? - a los que no se sabe si se le aplicaron las oportunas retenciones y si los perceptores los declararon a Hacienda. Ocurre, sin embargo, que además de García Escudero también lo han reconocido ya Jaime Ignacio del Burgo, Jaume Matas y, previamente un ex diputado del PP. Y los que previsiblemente podrían hacerlo en las próximas horas.
Para Cospedal, que también aparece en la ya famosa lista como perceptora de jugosos sobresueldos, todo lo que no coincida con su versión oficial de los hechos simplemente es falso y sólo pretende dañar al verdadero partido de los trabajadores, como ella misma lo definió en una feliz ocasión. Ella y su partido siguen haciéndonos creer que la ridícula auditoría interna dirigida por una funcionaria del PP a la que seguirá otra externa aún sin responsable ni fecha, esclarecerá de verdad lo ocurrido y volverá a resplandecer el sol en las finanzas populares. Debe pensar, y seguramente lo piensa, que somos tontos.
Mientras Cospedal lo niega todo sin aclarar nada, el presidente del PP y del Gobierno se atrinchera en La Moncloa como si la cosa no fuera con él y no apareciera en la lista Bárcenas como perceptor de un sobresueldo de 25.000 euros anuales durante 11 años. Mañana reunirá con urgencia a sus varones pero ni siquiera se sabe si será él quien salga a dar explicaciones y anunciar acciones contundentes y convincentes para esclarecer las cosas, o volverá a ser Cospedal la que se encargue una vez más de intentar convencernos de que la caja de fusibles del PP no está a punto de arder. Mas no es en el PP en donde Rajoy debe dar explicaciones respecto de la procedencia del dinero de los sobresueldos, incluido en primer lugar el suyo, y si es negro, grisáceo o blanco. Es en el Congreso de los Diputados en donde los españoles exigimos que comparezca cuanto antes. El gravísimo caso de financiación irregular del PP y sobresueldos de presunta procedencia ilícita posiblemente pagados al margen de la Hacienda Pública y de la Seguridad Social tiene que debatirse y aclararse en la sede de la soberanía nacional.
El partido que iba a sacar a España de la crisis más pronto que tarde, el de la austeridad en los sueldos públicos y el de los recortes sociales que, además, se proponía regenerar la vida política de este país, carece en estos momentos de la mínima autoridad moral para dar lecciones de transparencia y moralidad y, en consecuencia, para ofrecer pactos contra la corrupción a nadie. Al menos hasta que no depure las responsabilidades que se adivinan tras las informaciones periodísticas y los documentos judiciales de los últimos días, incluida la del propio presidente del Gobierno. Y si se quema definitivamente la caja de fusibles del PP, que se queme. Así no podemos seguir.
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