El síntoma
principal de la reunionitis política son los deseos irrefrenables
de reunirse casi todos los políticos entre sí sin causa justificada
aparente. En la práctica son reuniones
en las que quedan en verse más adelante para fijar la fecha de otra reunión. Y
así hasta el infinito. España es un país encantado de conocerse y de reunirse y
por eso la prevalencia de la reunionitis entre su clase política debe ser de
las más elevadas del mundo. En los últimos días parece que estamos
asistiendo a un repunte de casos a tenor de los análisis que uno
lee y escucha. Raro es el que no ha mojado su pluma en los ríos
de tinta de la reunionitis y no ha escrito sobre las razones por las que Pedro
quiere a Pablo y viceversa o por los parecidos y diferencias razonables entre Mariano
y Alberto. Los más osados se atreven incluso a especular con la posibilidad de
ver sentados a una misma mesa a Pablo, Pedro y Alberto. ¿Para qué? Pues para
volver a reunirse, para qué si no.
Exagerando un
poco, a veces pienso que las elecciones son sólo pequeños paréntesis entre una
campaña electoral y la siguiente. La misma noche de los resultados los perdedores se
proclaman vencedores morales y anuncian reuniones para el día siguiente con el
fin de preparar la victoria en las elecciones siguientes. Mientras la
reunionitis se convierte en dolencia crónica de la clase política también se
cronifican los problemas. A algunos de ellos les crecen las raíces y les salen
canas de viejos y sin que nadie se ocupe de afrontarlos como no sea con parches
y cataplasmas. Si me pusiera exhaustivo me faltarían posts para enumerar la
lista de cuestiones olvidadas en aras de
la reunionitis. Me conformaré tan sólo con ser ilustrativo de las dimensiones
del problema al que se enfrente un país en el que está mal visto hacer hoy lo
que puedes dejar para mañana o para el año que viene.
“A veces creo que las elecciones son solo un breve paréntesis entre dos campañas electorales”
Empezaré por
la parte inferior de la pirámide de población en donde se acumulan los jóvenes
que o no tienen trabajo o el que tienen no les da para salir de pobres. Lo ha
dicho hoy mismo el Consejo de la Juventud, cuyos datos revelan que no llegan ni
a dos de cada diez los jóvenes de entre 16 y 29 años que se pueden emancipar del hogar paterno. Salarios
de hambre quienes los tienen y acceso prohibitivo a la vivienda impiden que
jóvenes en su mayoría sobrecualificados puedan desarrollar su proyecto de vida.
Las familias de este país, que durante los años de la crisis han tenido que
sacar aceite de la exigua pensión de los abuelos para llegar a fin de mes,
ahora tienen que seguir manteniendo a toda una generación a la que las empresas
de este país sólo le ofrecen condiciones laborales en precario o dique seco.
En el extremo
opuesto están los pensionistas presentes y futuros. Sin prisa pero sin pausa el
gobierno del PP se ha ido gastando el dinero de la hucha con la que se abonan
las pagas extra. Apenas quedan 15.000 millones de euros en donde hubo cerca de
70.000. En otras palabras, por primera vez en muchos años el Gobierno va a
tener que echar mano del Tesoro para pagar la extra de julio. Salvo que caiga
maná del cielo, en diciembre tendrá que volver a hacer lo mismo, lo que
engordará un poco más si cabe la deuda pública. ¿Qué van a hacer los poderes
públicos para garantizar la sostenibilidad de las pensiones, pilar central del
estado del bienestar? Pues justo para eso llevan reuniéndose sus señorías en
una comisión específica del Congreso desde el comienzo de esta legislatura. A
fecha de hoy lo que piensen hacer sólo lo sabrán ellos si es que lo saben.
“Los líderes políticos se reúnen sin parar y los problemas echan raíces y canas”
Pero no se
vayan que aún hay más: en el Congreso hay también subcomisiones de comisiones
para estudiar el gran pacto de estado por la educación que prometió Rajoy en su
investidura y para el no menos gran pacto de estado contra la violencia
machista. Tampoco se sabe para cuándo habrá una propuesta sobre educación ni en
qué términos. Por otro lado, apenas pasa semana sin que se convoquen minutos
de silencio aquí y allá por otra mujer asesinada a manos de su pareja o ex pareja. Admito
que la pintura tiene colores crudos pero nadie podrá decir que no responde a la realidad. El
diálogo y el acuerdo sobre visiones diferentes de la realidad deben formar
parte insustituible de la democracia. Lo que no puede ocurrir es que la reunionitis sea la coartada para demorar sine díe la solución de los problemas mientras se practica el figureo político en busca de los focos de la banalidad mediática.
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