En España
somos tan monárquicos que no nos basta con un rey: necesitamos cuatro, dos
eméritos y dos haciendo méritos. Puede que no haya muchas cosas en las que destaquemos
en el concierto internacional pero en número de reyes no hay monarquía
parlamentaria que nos haga sombra. El problema surge cuando necesitas decorar,
por ejemplo, el Congreso de los Diputados y te sobran reyes. Entonces pasa como
con los jarrones chinos de los que hablaba Felipe González, que no sabes qué
hacer con ellos ni dónde ponerlos. No quieres que un jarrón chino determinado
por valioso y antiguo que sea le reste protagonismo al último que acabas de
añadir a la colección y te preguntas si al menos por esta vez no no sería mejor
dejarlo en el desván.
Eso, poco más
o menos, es lo que ha pasado este miércoles con
ocasión del solemne acto institucional con el que se conmemoraron los cuarenta
años desde las primeras elecciones democráticas, después de otros cuarenta en
los que la palabra votar había sido tachada del diccionario. Allí se dieron cita algunos padres de la Constitución
ya talluditos junto a recién llegados con camisetas reivindicativas para los que todo aquello de la Transición del 78 les suena a cosa superada y con olor a
naftalina. Son gente esta que tal vez nunca ha sabido de verdad lo que es
correr delante de la policía, esconder libros perseguidos o panfletos y cuyo modelo de democracia le debe más a
regímenes que de democráticos tienen lo que yo de budista.
“Somos tan monárquicos que no nos basta con un rey, necesitamos cuatro”
Lo cierto es
que, como en todo acto institucional que se precie, hubo sentidos discursos
sobre el valor de la transición pacífica de una dictadura a una democracia
imperfecta pero perfeccionable; se subrayó también la necesidad de recuperar el consenso de hace 40 años que ha hecho posible que los españoles hayamos
enterrado de una vez los garrotes goyescos con los que históricamente nos
habíamos venido atizando con un entusiasmo digno de
mejor causa. Hubo aplausos y silencios elocuentes y cada uno dejó constancia
fehaciente del valor que le otorga y la trascendencia que le da a aquel 15 de
junio de 1977 cuando los españoles pudimos empezar a ser libres.
Pero en esta
institucional escenografía conmemorativa faltaba un jarrón chino cuya ausencia
no le pasó desapercibida a nadie: la del rey emérito que a la sazón era el jefe
del estado cuando se celebraron aquellas elecciones. Los corrillos no tardaron
en comentar la falta y el propio afectado se las arregló para que el país
supiera a través de los medios de comunicación que no le había hecho ni pizca
de gracia que se le tratara precisamente como un jarrón chino molesto que no
cabe en el protocolo de los actos institucionales en los que interviene su hijo
heredero.
“La exclusión de Juan Carlos I del acto en el Congreso es un patinazo real”
Comentan
algunos que tienen hilo directo con la realeza que el patinazo real se originó
en la Casa Real – léase rey en prácticas – al considerar que no había sitio en
la tribuna del Congreso para dos jarrones chinos a la vez ni tiempo para hacer
reformas que le hicieran un hueco al más antiguo. De manera que se optó por
dejarlo en casa viendo la tele o repasando las fotos de la última cacería en
África. Craso error porque, como ha dicho incluso Pablo Iglesias, reconocido
monárquico de toda la vida, el viejo y descangallado jarrón chino ausente hizo méritos sobrados en su día para haber
estado ayer en un lugar bien visible y preminente del Congreso de los Diputados.
Ese jarrón
chino, del que ayer sólo se conoció su justificado cabreo, desempeñó un papel
decisivo en el cambio político pacífico en este país. Sin negar las muchas sombras, claroscuros y luces que han acompañado su
desempeño de la jefatura del estado y de las que la historia terminará dando
cuenta detallada antes o después, ocultar su figura en el acto
conmemorativo de una fecha histórica de la que fue protagonista destacado es,
cuando menos, un real patinazo propio de un rey novato e imberbe.
Y esto lo dice alguien mucho más partidario del gorro frigio que de los
jarrones chinos.
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