El ministro
español de Asuntos Exteriores ha dicho que la decisión del Gobierno marroquí de poner el
mar del Sahara bajo su soberanía ha sido “un ajuste técnico que no tendrá
repercusiones en la delimitación de las aguas entre Marruecos y Canarias”. No
puedo menos que aplaudir la capacidad de Alfonso Dastis para el eufemismo
diplomático pero no me tranquilizan en absoluto sus explicaciones. Lo que pretende
hacer el gobierno marroquí no es un “ajuste técnico”, es simplemente apropiarse de
algo que no le pertenece o que, como mínimo, está en litigio. Marruecos no
puede poner esas aguas bajo su soberanía porque ninguna instancia internacional
con capacidad para ello le ha reconocido que tenga derecho a hacerlo.
Empezando
por las Naciones Unidos, en donde desde 1963 el territorio hoy ocupado por
Marruecos figura como no autónomo y pendiente de descolonización. Han sido las
propias Naciones Unidas las que en numerosas ocasiones han instado a la descolonización
mediante un referéndum de autodeterminación que Marruecos ha torpedeado una y
otra vez sin que España, potencia colonial hasta que en 1975 fue expulsada por
la Marcha Verde lanzada por Hasan II, haya hecho nada para que se celebrara. Es más, en los vergonzosos Acuerdos Tripartitos
de Madrid entregó el control del territorio a Marruecos y a Mauritania en una
de las decisiones más infames del gobierno español en décadas.
“No puede calificarse de ajuste técnico una decisión unilateral y contraria al derecho internacional”
A fecha de hoy,
la ONU sólo le reconoce a Marruecos la condición de potencia administradora del
territorio del Sahara pero no de sus aguas y, por tanto, su anuncio de esta
semana carece de efectos jurídicos prácticos. Además de la ONU, han sido
también los tribunales internacionales
los que han negado vínculos de soberanía entre Marruecos y el territorio en
cuestión. Empezando por la sentencia de 1975 del Tribunal Internacional de La
Haya a instancias de las propias Naciones Unidas. En ella se estableció con
claridad esa ausencia de vínculos que, a la postre, provocó la Marcha Verde en
la que 350.000 colonos marroquíes ocuparon por la fuerza un territorio del que
España huyó a la carrera abandonando a los saharauis a su suerte. Mucho más
reciente es el fallo de la Corte de Justicia de la Unión Europea sobre el
acuerdo pesquero en el que se remacha el clavo al indicar que el Sahara no
forma parte del reino alaui. Son argumentos más que sobrados para concluir que
la decisión del Gobierno marroquí, si bien no tiene efectos jurídicos
internacionales, sí es un nuevo hecho consumado con el que Mohamed VI aspira a
que los pueda llegar a tener.
En la decisión
se puede atisbar también un intento de protegerse frente a la estrategia del
Polisario de denunciar ante tribunales de otros países que los productos y
mercancías procedentes del Sahara – fosfatos o pesca, por ejemplo – suponen un
expolio de los recursos naturales del pueblo saharaui. Un caso reciente lo
encontramos en Sudáfrica, en donde el Tribunal Supremo de ese país ha retenido
un barco con 54.000 kilos de fosfato procedente de Marruecos a la espera de
determinar quién tiene el derecho sobre el cargamento.
“Desde el punto de vista de Canarias, la decisión marroquí no es tranquilizadora”
Mirado desde
el punto de vista de Canarias, la decisión marroquí tampoco es tranquilizadora
por más que Dastis le quite hierro y que el presidente del Gobierno de
Canarias se haya conformado con las explicaciones del ministro. Marruecos está tomando posiciones para la delimitación de la mediana de sus aguas con
las españolas, un viejo contencioso que ningún gobierno español ha sido capaz
de resolver después de casi tres décadas de negociaciones. En el horizonte
puede verse incluso un indisimulado interés por los recursos naturales
localizados en los fondos marinos canarios, el telurio entre ellos. De ahí su aviso
a navegantes de que solicitará también la ampliación de su plataforma
continental hacia el oeste, tal y como ya ha hecho igualmente España.
Decir como ha
dicho Dastis que la decisión unilateral de Marruecos es un “ajuste técnico”
para adaptar su legislación a la normativa marítima internacional es pretender
escurrir una vez más el bulto para no enfadar al incómodo vecino del sur. A
Dastis se le suponen los conocimientos suficientes para saber que Marruecos no
puede tomar decisiones de ninguna clase sobre unas aguas sobre las que ni
siquiera tiene status de potencia administradora. El ministro debe comparecer en el Congreso para aclarar a todos los
españoles, y en particular a los canarios, cómo de técnico es el ajuste marroquí y qué piensa hacer como responsable de Exteriores ante los posibles efectos para los intereses canarios y para la solución
de un conflicto ante el que España no puede permanecer eternamente de perfil.
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