La Delegación del Gobierno en Canarias parece haber adoptado la técnica del cuentagotas para informar de la tragedia de una patera la semana pasada en aguas de Lanzarote. El balance – un fallecido, siete desaparecidos y 17 supervivientes - es lo suficientemente grave como para esperar de la Administración competente en la materia una información clara y completa de lo ocurrido.
La primera versión oficial se emitió más de doce horas después de los hechos. En ella, la Delegación aludía a un “desafortunado accidente” y admitía que entre la patrullera y la barquilla de los inmigrantes se había producido un “contacto”, sin especificar con claridad quién y cómo lo había provocado.
Al mismo tiempo comenzaron a circular toda suerte de especulaciones y rumores, entre ellos, que el patrón de la patera se había lanzado al mar para no ser detenido y la embarcación había quedado sin control hasta chocar contra la patrullera de la Guardia Civil que había salido a su encuentro. Se recordó también que el cabo que patroneaba la patrullera de la benemérita era el mismo que en 2008 estaba al mando de una lancha de la Guardia Civil que encalló en una baja de la Isla de Tenerife, lo que le costó un expediente y la correspondiente sanción.
Sin embargo, no fue hasta que el diario EL PAÍS, citando fuentes de la propia Guardia Civil, informó ayer de que la patrullera había sufrido una avería que la dejó sin gobierno y provocó el choque contra la patera, cuando la Delegación se apresuró a emitir una nueva nota oficial en la que admite que se produjo la colisión entre ambas embarcaciones. Además de que cuesta creer que la Delegación del Gobierno no dispusiera de esa información el mismo día de los hechos, a nadie se le escapa que entre el simple “contacto” y una “colisión” o “choque” hay una diferencia de intensidad notable.
Al mismo tiempo, y en contra de lo que aseguran los supervivientes, la Delegación y la Guardia Civil aseguran que la patrullera ni se dirigió a gran velocidad hacia la barquilla ni llevaba las luces apagadas. Se argumenta en cambio que la patrullera, debido a la avería que sufría, no pudo maniobrar para esquivar a la patera que se estrelló contra ella . Tampoco queda claro si se cumplió el protocolo de aplicación en estos casos y se dio aviso a Salvamento Marítimo para que socorriera a los inmigrantes desde el momento en el que se tuvo conocimiento de que una patera se acercaba a las costas de la isla. Según ha informado la Cadena SER, el aviso a Salvamento Marítimo sólo se produjo después del choque entre barquilla y patrullera a pesar de que desde primera hora de la tarde del día anterior se tenían noticias de la llegada de la embarcación de los inmigrantes y que ésta fue detectada en los radares del SIVE unas dos horas antes del fatal encuentro.
Por tanto, son varias las preguntas que no tienen aún respuesta clara: ¿chocó la patera contra la patrullera u ocurrió el revés? ¿llevaba o no la patrullera las luces encendidas y se acercó despacio a la patera o pasó como dicen los supervivientes? ¿se avisó a Salvamento Marítimo a tiempo o sólo cuando ya se había producido la colisión? ¿era esta la primera avería que sufría esta patrullera o ya había tenido otras antes? ¿por qué iban en la patrullera sólo cuatro agentes cuando se trata de una embarcación con capacidad para once o doce? ¿tenía el agente al mando de la patrullera la pericia y las capacidades suficientes para el puesto?
Es de suponer que la investigación judicial en marcha aclarará todos estos extremos. Ello no impide que la Delegación del Gobierno se apresure a ofrecer un relato completo y pormenorizado de los hechos sin esperar a que le madruguen los medios de comunicación. Por justicia para con las víctimas de la tragedia y por respeto al buen nombre y a la brillante labor de la Guardia Civil ante el fenómeno de la inmigración.