Fue en diciembre de 2011
y desde entonces no se ha movido ni un segundo. Sólo así cabe
explicar que, 12 meses después, siga escudándose en la herencia
recibida del gobierno socialista para justificar la cada día más
deteriorada situación económica, social y política del país.
Parece como si durante el último año las previsiones económicas no
hubiesen empeorado y no haya continuado aumentando el paro y, lo que
es peor, con perspectivas de seguir haciéndolo hasta no se sabe
cuándo a pesar de la panacea de la reforma laboral.
También parece como si
no hubiese sido el gobierno que Rajoy preside el que ha recortado en
sanidad y educación, el que ha mentido a los jubilados con la
revalorización de las pensiones o el que ha subido los impuestos,
medidas todas ellas – hay que recordarlo una vez más – que
prometió que nunca aplicaría. Tampoco debe de haber sido su
Gobierno el que pidió el rescate millonario de la banca que
pagaremos a escote todos los ciudadanos ni el que lleva un año
mareando la perdiz del rescate integral del país. Nada de todo eso
se le debe achacar a Rajoy y a su Gobierno sino a la herencia
socialista – que existe, de eso no hay duda – o a que “no hay
otra alternativa”.
Los primeros y decididos
pasos para la privatización de servicios públicos esenciales como
la sanidad, el copago farmacéutico que ya se extiende a los
hospitales y al transporte sanitario, los paños calientes ante el
drama de los desahucios, las injustas tasas judiciales, la privatización del
Registro Civil, el endurecimiento del Código Penal con claros visos
de inconstitucionalidad, la retrógrada reforma educativa y el
agravamiento de las tensiones con Cataluña a propósito de la
financiación autonómica o la inmersión lingüística son culpa tan
sólo de la “herencia socialista” y no de quien las ha aprobado y
puesto en práctica. El corolario de todas esas acciones y medidas
fruto de la “herencia recibida”, según la falaz justificación
de Rajoy, es un país empobrecido y atenazado por la incertidumbre y
el miedo al que, para mayor escarnio, se le toma el pelo con los
alucinógenos brotes verdes.
Lo
cierto es que también al PSOE se le ha parado el reloj, incluso
mucho antes que a Rajoy. Desde que en las últimas elecciones locales
vio como su esfumaba buena parte de su poder y lo perdía casi por
completo en las generales de 2011 y en las autonómicas de este año,
su reloj también se ha quedado como petrificado e incapaz de ponerse en hora con las demandas y preocupaciones de la
sociedad. Los socialistas llevan también más de año y medio
esperando el milagro de que su reloj vuelva a andar solo. O
no saben o no quieren o no pueden ponerlo en manos de los relojeros
adecuados para que resuelvan la avería, simplemente esperan que obre
el prodigio.
También tenemos los relojes - de lujo - de los Urdangarín, Díaz Ferrán, políticos corruptos y directivos bancarios trincones que, no sólo no se han parado, sino que van muy adelantados desde hace mucho tiempo sin que nadie, salvo los jueces, sea capaz de ponerlos en la hora correcta
El
único reloj que parece ir en hora en este país es el de los
ciudadanos, que viven agobiados el día a día de la crisis y a cada
minuto que pasa sienten que se acaba el tiempo para evitar que el que
se pare definitivamente sea el reloj del país.
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