Incertidumbre es la única
palabra para definir la situación política venezolana. Con Chávez
recuperándose en un hospital de La Habana de su cuarta operación
quirúrgica – exitosa, según el Gobierno venezolano – la gran
pregunta que se hace todo el mundo fuera y dentro del país es si sobrevivirá el chavismo en el caso de que el presidente electo en octubre no supere la enfermedad. Por su carisma y su peculiar estilo político de ordeno y mano,
parece una contradicción en sus propios términos hablar de chavismo
sin
Chávez al timón. Sin embargo, es
una interrogante a la que en última instancia sólo podrá
responder, llegado el caso, el pueblo venezolano.
Si
Chávez no toma posesión de su cargo el próximo diez de enero o
fallece después antes de agotar su mandato habrá que convocar
nuevas elecciones. Que el propio Chávez haya hablado por primer vez
de su sucesión antes de partir rumbo a Cuba para una nueva operación
es una señal inequívoca de que su estado de salud ha empeorado.
Como todo líder populista con ribetes autoritarios que se precie –
y Chávez es un ejemplo paradigmático – el presidente ha ungido
para la sucesión a su mano derecha, el vicepresidente y ministro de
Exteriores Nicolás Maduro, al que suele llamar “el autobusero
Nicolás”.
Surgido
de las clases populares, Maduro ha sido un fiel chavista y
ha jurado seguirlo siendo hasta “más allá de
la muerte”. La fidelidad de Maduro no está pues en duda, aunque
falta por saber si entre otros dirigentes del chavismo
como
Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional,
la
designación a dedo del sucesor es acogida con el mismo grado de
acatamiento a los deseos del líder.
Al
menos a corto plazo parece probable que, tanto si Hugo Chávez supera
la enfermedad como si no, unas eventuales elecciones volverían a
darle el triunfo a su revolución bolivariana. Tanto si vuelve y toma
posesión pero no concluye el mandato como si no llega a tomar
posesión, la fuerte carga emocional que rodea a su figura
carismática entre los venezolanos que le otorgaron su confianza en
octubre se vería corregida y aumentada ante su eventual
desaparición. Ese hecho podría ser un factor determinante para que
el chavismo
continuara
rigiendo los destinos de Venezuela a través del delfín Maduro.
Junto
a los avances sociales que los sucesivos gobiernos de Chávez han
supuesto para millones de venezolanos, el otro factor decisivo para
despejar las incógnitas sobre la supervivencia de un chavismo
sin
Chávez es la propia oposición al presidente encabezada por
Capriles. Éste, a pesar de sus avances en las elecciones de octubre,
aún no ha sido capaz de convencer a la mayoría de los ciudadanos de
que no volverán los tiempos corruptos de los gobiernos prechavistas.
En cualquier caso, deberán ser en última instancia los venezolanos
los que despejen la incógnita y el futuro de Venezuela.
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