El lunes muy temprano saldrán hacia el Congreso los Presupuestos Generales del Estado para 2014. Gran despliegue ministerial hoy en La Moncloa en donde el trío Montoro – de Guindos – Sáenz de Santamaría – entonó a coro la buena nueva que el líder Mariano Rajoy viene anunciado por los polvorientos caminos de la crisis: en España ya empieza a amanecer. La cuestión a determinar es si esos tímidos rayos que según el Gobierno se atisban en el horizonte son de amanecer o de crepúsculo.

Habrá que mirar con lupa la letra pequeña de estas cuentas públicas, pero por las explicaciones del coro ministerial de hoy nada hay en ellas que permita esperar medidas de reactivación económica a través de la inversión. Todo se fía al sector exterior a costa de los depauperados salarios que impone la reforma laboral y al consumo interno tanto público como privado del que, con todo, parece esperarse el milagro de los panes y los peces.
Así, se conforma y alegra el Gobierno con anunciarnos una “mínima” reducción del empleo y un “leve” crecimiento de la economía y con eso irá tirando con el riesgo de volver a tropezarse con la realidad al más mínimo estornudo nacional o internacional que pulverice sus previsiones. Que se conforma con muy poco es evidente al tiempo que sigue destinando más dinero a pagar la deuda pública que al gasto de los ministerios. Como no habrá subida de impuestos ni lucha contra el fraude fiscal que merezca ese nombre hay que actuar sobre los gastos y los que más a mano están son, además de los ministerios, los empleados públicos y los pensionistas, amén de la educación y la sanidad, sobre los que seguirá cayendo buena parte del ajuste mientras engordan las rentas del capital y menguan las del trabajo.
El mantra sigue siendo cumplir el objetivo de déficit hasta que descubra de nuevo que tiene que pedir árnica a Bruselas para que se lo suavice como ocurrió este año y luego se quede con la parte del león y le apriete las tuercas a gusto a las comunidades autónomas, el deporte favorito de Montoro.
Para el Gobierno ese “mínimo” descenso del paro y ese “leve” crecimiento del PIB previstos para 2014 de los que tanto presume parecen ser la medida justa de su falta de ideas y de ambición para rebasar de verdad la crisis. Desde luego no es la medida de los que la sufren en persona para quienes el tamaño con el que el Gobierno mide la supuesta recuperación económica, más que quedarse corto es completamente invisible.
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