Si no lo oigo no lo creo: el presidente venezolano acaba de crear el Viceministerio Para la Suprema Felicidad del Pueblo Venezolano. Así, casi por decreto y probablemente inspirado en el amado líder norcoreano Kim – Jong – um o tal vez en el rey de Bután, quiere Nicolás Maduro hacer felices a los venezolanos. Sería de risa si no fuera dramático en un país en el que faltan las cosas más básicas a pesar de sus inmensas riquezas petrolíferas.
El anuncio lo ha hecho Maduro cuando cumple seis meses en el cargo que le dejó en herencia Hugo Chávez, al que escuchaba en forma de pajarito y al que hace nada le ha concedido a título póstumo nada menos que el Premio Nacional de Periodismo. Muchos analistas ven en esta delirante decisión de Maduro la proximidad de las elecciones municipales del próximo diciembre, en las que el presidente bolivariano aspira a sacarse la espina que le dejaron las presidenciales de abril en las que venció por la mínima al odiado opositor Enrique Capriles.
Para que vaya quedando claro qué espera Maduro de esas elecciones, el presidente ya ha declarado ese día Jornada de la Lealtad a Chávez y de Amor a la Patria, todo de una misma tacada. En cualquier caso y por si no basta con el Viceministerio de la Suprema Felicidad del Pueblo para garantizar la felicidad popular por decreto, Maduro también estudia reforzar las milicias bolivarianas, suerte de fuerzas paramilitares o parapoliciales que, cabe suponer, siempre pueden actuar como brazo armado para que no quede un solo venezolano sin probar las mieles de la felicidad prometida por Chávez y renovada por Maduro.
El paquete de medidas en aras de la suprema dicha se completa con una petición a la Asamblea Nacional para gobernar por decreto por tiempo indeterminado, al tiempo que la cámara crea una comisión anticonspiraciones. Como es sabido universalmente, las conspiraciones son la gran afición de Maduro, hasta el punto que todos los días encuentra espías norteamericanos emboscados debajo de su cama intentando averiguar cuáles son sus verdaderas intenciones.
Maduro ha designado ya viceministro de la Suprema Felicidad del Pueblo a un político del régimen que a esta hora se debe estar preguntando qué ha hecho él para merecer tan alto honor o tan duro castigo. ¿y si no cumple los objetivos y la confianza depositada en él? ¿y si el mismo es infeliz? ¿y si la gente no quiere ser feliz? ¿y si la felicidad es relativa y efímera? Suerte y mucha felicidad hay que desearle, las va a necesitar en grandes dosis.
Sólo confiemos que en España no se le ocurra a Mariano Rajoy algo similar, que para ministro de la Suprema Felicidad patria ya nos basta y sobra con Montoro.
Para que vaya quedando claro qué espera Maduro de esas elecciones, el presidente ya ha declarado ese día Jornada de la Lealtad a Chávez y de Amor a la Patria, todo de una misma tacada. En cualquier caso y por si no basta con el Viceministerio de la Suprema Felicidad del Pueblo para garantizar la felicidad popular por decreto, Maduro también estudia reforzar las milicias bolivarianas, suerte de fuerzas paramilitares o parapoliciales que, cabe suponer, siempre pueden actuar como brazo armado para que no quede un solo venezolano sin probar las mieles de la felicidad prometida por Chávez y renovada por Maduro.
El paquete de medidas en aras de la suprema dicha se completa con una petición a la Asamblea Nacional para gobernar por decreto por tiempo indeterminado, al tiempo que la cámara crea una comisión anticonspiraciones. Como es sabido universalmente, las conspiraciones son la gran afición de Maduro, hasta el punto que todos los días encuentra espías norteamericanos emboscados debajo de su cama intentando averiguar cuáles son sus verdaderas intenciones.
Maduro ha designado ya viceministro de la Suprema Felicidad del Pueblo a un político del régimen que a esta hora se debe estar preguntando qué ha hecho él para merecer tan alto honor o tan duro castigo. ¿y si no cumple los objetivos y la confianza depositada en él? ¿y si el mismo es infeliz? ¿y si la gente no quiere ser feliz? ¿y si la felicidad es relativa y efímera? Suerte y mucha felicidad hay que desearle, las va a necesitar en grandes dosis.
Sólo confiemos que en España no se le ocurra a Mariano Rajoy algo similar, que para ministro de la Suprema Felicidad patria ya nos basta y sobra con Montoro.
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