Apenas han pasado cuarenta y ocho horas desde que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió la controvertida sentencia que anula la llamada doctrina Parot y ya se le está haciendo muy cuesta arriba al Gobierno y al PP gestionar sus consecuencias. Intentando apagar el fuego, el Fiscal General del Estado ha dicho que no habrá excarcelación masiva de etarras, repitiendo así lo que antes había dicho el ministro de Justicia. No ha funcionado: la Asociación de Víctimas del Terrorismo ya ha convocado su primera manifestación de protesta de la era Rajoy para el próximo domingo en Madrid.
A ella se han apuntado entusiasmados Esperanza Aguirre, su sucesor en la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y la alcaldesa Ana Botella, dispuesta incluso a recibir en el ayuntamiento a una representación de los manifestantes. No es casualidad sino todo lo contrario que los tres tengan razones para hacerle este feo a Rajoy y a Ruiz – Gallardón. Sin contar con los que seguramente se sumarán en las próximas horas.
Lo único que ha dicho Rajoy sobre la sentencia de Estrasburgo es que “está lloviendo mucho”, lo que pone una vez más de manifiesto su fina vena política y la altura intelectual de su liderazgo. En realidad, más que llover truena y relampaguea: el presidente ha volado esta tarde raudo desde Barcelona – en donde compartió un gélido saludo con Artur Mas - a Madrid para reunirse con la AVT e intentar tranquilizarla. No lo tendrá fácil y hasta no es descartable que el presidente se vea en la obligación de emitir alguna señal de apoyo y comprensión a una organización formada en su gran mayoría por la militancia y el electorado más a la derecha del PP.
La cuestión es cómo parar el golpe que se le viene encima y al que hay que añadir el sibilino comunicado de la FAES, la fundación que dirige el ex presidente Aznar, en el que se desmarca de Rajoy y culpa directamente a Zapatero y a su “proceso de paz” del fallo de Estrasburgo. Paradojas de la vida, la nota la suscribe un tal Javier Zarzalejos, que en 1999 fue comisionado por el Gobierno de Aznar para negociar con ETA en Suiza.
Sin embargo, por mucho que la AVT lo pida y lo exija con manifestaciones públicas como la del domingo, ni el Gobierno ni mucho menos los jueces españoles pueden eludir la aplicación del fallo y la excarcelación de etarras, hecho al que se sumarán los más que previsibles homenajes abertzales en sus localidades de origen. Así las cosas, el PP se está encontrando en estos momentos con la verdadera horma de su zapato en materia de antiterrorismo.
Durante los gobiernos de Zapatero, sus líderes, empezando por el propio Rajoy, corrieron a apoyar las numerosas manifestaciones y concentraciones multitudinarias convocadas por la AVT contra “el proceso de paz”. Era una estupenda oportunidad de desgastar al Gobierno socialista aunque lo que estuviera en juego fuera la lucha antiterrorista ante la que, hasta ese momento, las fuerzas políticas democráticas habían sabido preservar la unidad.
Pero el PP no dudó en dinamitarla en beneficio propio y ahora – quién se lo iba a decir a Rajoy entonces - se ve en la tesitura de frenar a la misma organización a la que utilizó cuando le convino y que amenaza con hacerle pasar por el mismo calvario por el que pasó Zapatero. Es lo que pasa cuando falta altura de miras y cuando importa más el interés partidista que el general: al final, donde las dan, las toman.
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