Todavía no, pero cuando los españoles tengan a bien decidir que Rajoy deje de ser el presidente del Gobierno puede escribirse un grueso tomo con sus frases escogidas, esas que inmortalizan a líderes políticos de la talla de un Churchill y su “sangre, sudor y lágrimas”, por ejemplo. No deberían faltar pensamientos y reflexiones de la altura de “no subiré los impuestos”, “no congelaré las pensiones”, "no es un rescate sino un préstamo" o “todo es falso, salvo algunas cosas”. Lugar destacado merece también esa genialidad de “está lloviendo mucho” cuando le preguntaron por la sentencia que tumbó la doctrina Parot y, más recientemente, su “no me consta” para referirse al espionaje de Estados Unidos a los políticos españoles y a los de los amados aliados occidentales.
Merkel y Hollande han montado en cólera y advertido al aliado Obama de que esas cosas se le pueden hacer a los enemigos pero está muy feo y es de muy mala educación hacérselas “a los amigos”. Sin embargo, a Mariano Rajoy “no le consta” que también él, sus ministros o los presidentes anteriores y sus ministros hayan sido vigilados por el Gran Hermano de la Agencia Nacional de Seguridad. En donde Francia y Alemania han llamado a los embajadores de Estados Unidos en París y Berlín para manifestarles su enfado, en Madrid se le convoca para que “informe” si ha habido espionaje a nuestro país pero, sobre todo, para preguntarle por la NBA y el tiempo en Washington y de paso tomar un chocolate con churros.
No es el presidente hombre de desplantes al modo de Zapatero y su sentada ante el paso de la bandera de las barras y las estrellas. Y menos ahora, cuando tiene a punto de caramelo una foto con Obama en la Casa Blanca en plan líder de la “potencia que asombrará al mundo con su despegue económico” – Montoro dixit. A uno se le ocurre que Mariano Rajoy debe pensar que la Agencia Nacional de Seguridad es como la TIA de Mortadelo y Filemón y va por el mundo contando a los gobiernos aliados que están siendo espiados desde Estados Unidos.
Precisamente el hecho de que a él “no le conste” es la prueba de que los espías de Obama hacen bien su trabajo, al menos en España, porque a Merkel y Hollande parece que “sí les consta” que han espiados sus teléfonos y por eso se han puesto como se han puesto. Tal vez Rajoy debería preguntarles a todas unas expertas como Alicia Sánchez – Camacho y Esperanza Aguirre cómo funciona de verdad esto del espionaje político.
Claro que detrás de tanto clamor e indignación de doncella mancillada hay buenas dosis de hipocresía porque en esto del espionaje el que menos corre tira al de delante. Todo el mundo espía a todo el mundo, para qué vamos a engañarnos, aunque también es cierto que espía mucha más y mejor no el que más quiere sino el que más puede y el que más intereses tiene en juego.
En este punto, nadie como Estados Unidos con los galones que da la experiencia de décadas de espionaje a todo lo que se mueve y 52.000 millones de dólares gastados sólo este año en averiguar qué dicen, que hacen y qué piensan hacer sus aliados y sus enemigos. La duda que me asalta es qué demonios le puede interesar saber de los políticos españoles a Estados Unidos: ¿la marca de puros de Rajoy? ¿el peluquero de Rubalcaba? ¿las amistades peligrosas del Rey? ¿el logopeda de Montoro? ¿el secreto de los 6 millones de parados? Salgamos de dudas: preguntémosle a la TIA.
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