El Gobierno les ha chafado el fin de semana a sindicatos y empresarios. La vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría - a la que a cada Consejo de Ministros que pasa se la ve más cómoda y resuelta en su papel de portavoz e intérprete de los deseos de Mariano Rajoy - les ha dado este fin de semana de plazo improrrogable para que se pongan de acuerdo sobre la reforma laboral. Y si no - ha dicho - "el Gobierno actuará".
Así que ahí tenemos a los señores Rosell, Toxo, Méndez y compañía sentados a una mesa de negociación en pleno fin de semana cuando lo que tal vez les apetecía era irse a esquiar, al fútbol o al cine. La cuestión es si servirá para algo tanto sacrificio. Varios días antes de que concluyera el plazo dado por el Gobierno, los empresarios ya le pedían que legisle porque "con los sindicatos no hay manera de ponerse de acuerdo". Estos a su vez afirman que los empresarios se han enrocado y han planteado propuestas inasumibles.
No parece pues que por ninguna de las dos partes haya deseos locos de alcanzar un acuerdo. De hecho, lo más que han conseguido acordar hasta ahora ha sido eliminar algunos puentes festivos y poco más. En cuestiones capitales - "troncales" las ha llamado Sáenz de Santamaría - como la contratación, los convenios o el despido nada se ha avanzado.
No parece pues que por ninguna de las dos partes haya deseos locos de alcanzar un acuerdo. De hecho, lo más que han conseguido acordar hasta ahora ha sido eliminar algunos puentes festivos y poco más. En cuestiones capitales - "troncales" las ha llamado Sáenz de Santamaría - como la contratación, los convenios o el despido nada se ha avanzado.
Lo cierto es que más allá de los gestos para la galería, las posiciones de unos y de otros parecen bastante claras: los sindicatos saben que con el PP en el Gobierno los empresarios no tienen ninguna necesidad de ceder en sus planteamientos. Confían en que sea el Ejecutivo el que imponga una reforma acorde a sus intereses y cargue con el eventual coste político.
En la pasada legislatura, el Gobierno de Zapatero se excedió con creces en los plazos que concedió a empresarios y sindicatos para que llegaran a un acuerdo que, después de dos años de tiras y aflojas, nunca se alcanzó. Zapatero - que quería eludir así el coste de la reforma - no tuvo más remedio que aprobar una que no contentó a nadie y no ha servido para nada.
Ahora las cosas son muy distintas: el PP tiene una mayoría más que suficiente que no tenía el PSOE para aprobar su reforma que, además, a buen seguro contará con el apoyo de la CEOE, aunque intentará disimularlo cuanto pueda. Entonces, la pregunta es: ¿para qué desperdiciar un precioso fin de semana ahora que en lo único que parecen de acuerdo sindicatos y patronal es en eliminar días festivos? Un verdadero despilfarro.
Ahora las cosas son muy distintas: el PP tiene una mayoría más que suficiente que no tenía el PSOE para aprobar su reforma que, además, a buen seguro contará con el apoyo de la CEOE, aunque intentará disimularlo cuanto pueda. Entonces, la pregunta es: ¿para qué desperdiciar un precioso fin de semana ahora que en lo único que parecen de acuerdo sindicatos y patronal es en eliminar días festivos? Un verdadero despilfarro.
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