Manuel Fraga y Santiago Carrillo |
Lo fue casi todo en la política y es que 60 años subido a un coche oficial pueden dar para mucho. Fue ministro, embajador, diputado, senador y presidente de su comunidad autónoma, en la que obtuvo cuatro mayorías absolutas. Fue el fundador de la fuerza política que aglutinó a la derecha franquista, convertida de la noche a la mañana en demócrata de toda la vida, y su inspirador espiritual hasta la muerte. Fue uno de los padres de la Constitución; fue el que abrió las puertas del país al turismo y con él "a las suecas", al destape y a las películas de Landa, Ozores y compañía; se bañó en gayumbos en las playas almerienses de Palomares para demostrar que sus aguas no estaban contaminadas después de que un avión yanqui perdiera un par de bombas nucleares; fue el padre de la ley de prensa que alivió algo el control del régimen sobre los medios pero mantuvo la censura previa; fue el ministro de la Gobernación (Interior) que dijo aquello de "la calle es mía"; fue un camaleón de la política que se retrató sin complejos de ningún tipo con Obiang y con Fidel Castro y que presentó en el Club Siglo XXI a Santiago Carrillo.
Se le atribuye haber arrinconado a la derecha más montaraz y homologar su partido al pensamiento conservador europeo. Por todo esto y por su oratoria atropellada e ininteligible será recordado y evaluado por la historia. Lo único que Manuel Fraga no pudo alcanzar fue la presidencia del Gobierno, el que sin duda fue siempre su sueño y su verdadero objetivo. Primero se le cruzó en el camino un tal Adolfo Suárez y luego las urnas no le concedieron la confianza. Con su muerte se va uno de los últimos símbolos del tardofranquismo, una pieza clave de la transición y un político "de los de antes".
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