Cuando Mariano Rajoy repartió
las carteras ministeriales el pasado mes de diciembre no le dio a José Manuel
Soria precisamente una "papa dulce". El ministro "canario"
del Gobierno (así gustan llamar a Soria algunos medios de comunicación
peninsulares, como si el lugar de nacimiento fuera un plus, un demérito o un
exotismo), se enfrenta a la reforma del sistema energético del país, una de las
más importantes de las anunciadas por Rajoy junto a la laboral y a la del
sistema financiero.
Y no lo tiene nada fácil, la
verdad sea dicha. Son muchos los intereses enfrentados en juego y ponerlos de
acuerdo no va a ser tarea sencilla. El reto principal es acabar con el llamado
déficit de tarifa que, según las estimaciones de las grandes compañías eléctricas
del país, ronda los 24.000 millones de euros.
Sería largo y engorroso de
explicar cuáles son los orígenes de ese déficit, que viene precisamente de la época
del anterior gobierno del PP, aunque la forma más sencilla de despachar la
cuestión es diciendo que se produce porque lo que pagamos los ciudadanos por la
electricidad que consumimos está muy por debajo de lo que cuesta generarla y
distribuirla.
En el cóctel entran los
intereses encontrados de las eléctricas convencionales, las nucleares, el carbón
y las renovables en un conglomerado de difícil solución y digestión. En medio,
los consumidores quienes, a pesar de que se nos culpe de que no pagamos lo que
deberíamos por el recibo de la luz, resulta que somos los europeos que – según las
organizaciones de consumidores - más pagamos por ese concepto sólo por detrás
de Chipre y Malta. A ver cómo se come eso.
Y más que pagaremos porque -
ha dicho Soria - el próximo mes de abril es muy probable que vuelva a subir el
recibo de la luz. Y lo ha dicho después de amagar pero no dar con la idea de
obligar a las eléctricas a aceptar una quita – palabra muy de moda últimamente –
de la deuda que tiene contraída con ellas el Gobierno pero que las compañías
han titulizado con el aval del Estado y han repartido en dividendos entre sus
accionistas.
Lanzar el globo sonda y
encenderse bombillos rojos en todos los despachos eléctricos del país fue todo
una. De manera que lo más sencillo para calmar al menos de momento los nervios
de las todopoderosas Endesa, Iberdrola y compañía es propinarle un nuevo
mordisco al bolsillo de las familias por la vía de una subida de la tarifa que,
en todo caso, será como una gota de agua en el océano del déficit tarifario.
A ver cómo resuelve Soria el
acertijo porque Rajoy, hombre paciente donde los haya, no puede esperar
demasiado tiempo a que su ministro "canario" le presente la crucial reforma
del sistema energético y lo haga además sin fundir muchos plomos.
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