A pesa de la comprensible
expectación que despertó la rueda de prensa de la Guardia Civil en Madrid (¿por
qué no en Gran Canaria?) sobre la desaparición hace cinco años de Yeremi
Vargas, los datos ofrecidos en la comparecencia ante los medios no arrojaron
nada realmente relevante que no se supiera ya.
Cabe preguntarse en qué
medida puede ayudar cinco años después saber cómo iba vestido Yeremi el día de
su desaparición, qué calzado llevaba o cuál era el color de sus gafas. En
cuanto al Opel Corsa blanco sobre el que parecen haberse centrado buena parte
de las pesquisas, hasta la familia del pequeño se ha mostrado sorprendida toda
vez que esa era una información que se conoció públicamente poco después de la
desaparición de Yeremi.
Por supuesto, no es casual
que la Guardia Civil haya querido aprovechar el próximo quinto aniversario de
la misteriosa desaparición de Yeremi para renovar su llamamiento a la
colaboración ciudadana, que se ha revelado fundamental en la resolución de
otros casos similares. Nada se le puede reprochar al instituto armado en ese
sentido. Sin embargo, colaboración ciudadana nunca faltó ni ha faltado durante
todo este tiempo, como la propia Guardia Civil ha reconocido.
Tras escuchar al alto mando
de la Guardia Civil ofrecer datos ya conocidos y al mismo tiempo pedir la
colaboración de los ciudadanos, se queda uno con la desagradable sensación de
que la investigación se encuentra claramente estancada y la solución de este
caso, así como del de Sara Morales, bajo investigación de la Policía Nacional, lejos
aún de producirse.
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