El 2012 es año de elecciones en Estados Unidos y
Barak Obama se la juega ante un rival republicano aún por conocer. El
presidente norteamericano presentó ayer sus presupuestos para 2013 que incluyen
más impuestos para las rentas altas, una tasa especial para las grandes
fortunas, más inversiones en educación e infraestructuras y un alargamiento de
los plazos para reducir el déficit de manera que no se perjudique el
crecimiento económico y el empleo. Claro que los republicanos ya han dicho que
Obama se puede ahorrar incluso la molestia de enviar las cuentas del año que
viene al Congreso, "están rechazadas antes de su llegada".
Eso ocurre en Estados Unidos y ya veremos en qué
quedan las buenas intenciones de Obama. En España, en cambio, pintan bastos y
ni después de una noche de copas cabe esperar que algo parecido a lo de Obama
llegue siquiera a plantearse por estas latitudes.
El Gobierno de Rajoy
se niega a adelantar por dónde irán los Presupuestos Generales del Estado para
este año, aunque sus fieles escuderos ( véase Luis de Guindos) ya dejan entrever que serán "durísimos" (más o menos como la reforma
laboral, suponemos, tan equilibrada ella). Rajoy no quiere arruinar las
posibilidades de hacerse también con el feudo socialista andaluz, por mucho que
los socialistas andaluces le estén facilitando la labor con un entusiasmo digno
de mejor causa. Así que las cuentas públicas de este año no las conoceremos
hasta una semana después de las elecciones autonómicas fijadas para el 25 de
marzo.
No hace falta ser un adivino para esperar que se
repita entonces el crujir de dientes que ya han provocado la subida del IRPF y
la reforma laboral: más recortes sociales, ni un euro para dinamizar de verdad
la economía, subida del IVA y, para disimular, alguna medida cosmética sobre
las rentas altas o los bancos: el estado del bienestar tal y como lo conocemos
sacrificado en el altar de la nueva religión neoliberal de reducción del
déficit público. Puede que me equivoque, pero no creo que demasiado.
Suponen
los más optimistas que las medidas tomadas hasta ahora por Rajoy ablandaran a
la canciller alemana (que está exultante con la reforma laboral de la que ha
dicho que "es un ejemplo") y le permitirá a Rajoy aliviar el imposible
objetivo de alcanzar un déficit del 4.4% en 2012.
No lo creo probable ahora que
nos hemos instalado en la economía del miedo, que diría Joaquín Estefanía: los
parados tienen miedo de no encontrar trabajo, los empleados de perder el suyo y
hasta Mariano Rajoy tiene miedo de perder el afecto de Angela Merkel, como les
ha ocurrido a los griegos. Así, atenazados por el miedo, seremos todos más
dóciles y manejables. Cuánta razón tiene Dolores de Cospedal cuando, ante las
llamadas de los sindicatos a la movilización contra la reforma laboral, asegura
que no es el "momento de la rebelión". Sólo una pregunta: ¿cuándo es
entonces el momento?
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