Mano izquierda


En las manifestaciones del movimiento de los indignados en mayo del año pasado, el PP, entonces en la oposición, le reprochó al Gobierno del PSOE, con Alfredo Pérez Rubalcaba de ministro del Interior, no haber sido más contundente en la respuesta policial a aquella marea humana que llenó la madrileña Puerta del Sol y otras céntricas plazas españolas. 
 
Menos de un año después, el Gobierno, ahora en manos del PP, parece haber querido enmendar aquella "blandura" policial cargando indiscriminada y desproporcionadamente contra los alumnos de un instituto valenciano que protestaban por la falta de calefacción en su centro. 

A la vista de los apaleamientos y golpes de los que han sido víctimas los estudiantes que se atrevieron a protestar, la Delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana dice ahora que ella no dio orden a la policía para que actuara con tanta dureza pero el jefe policial llamó a los estudiantes "el enemigo". Por su parte, el ministro del Interior criticó por la mañana "los excesos" pero por la tarde cargó la prueba de la culpa sobre "los radicales", sin más precisiones.

 La Delegada dice ahora que se abrirá una investigación sobre lo ocurrido (ya sabemos todos en qué suelen terminar esas investigaciones) y el ministro comparecerá en el Congreso para "dar explicaciones". A la espera quedamos de una y otra cosa aunque no deberíamos hacernos demasiadas ilusiones sobre la depuración de responsabilidades. 

Preocupa pensar en la posibilidad de que la respuesta del Gobierno a las legítimas protestas de una ciudadanía cada vez más atenazada por la crisis y las duras, desequilibradas e injustas reformas puestas en marcha sea la porra policial. Para evitar males mayores, debería el Gobierno ejercer su autoridad legítima empleando más la mano izquierda y no sólo la derecha.

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