Con la algarabía
catalana
– Mariano Rajoy dixit – en primer plano, el Gobierno del PP y el
PP se han enredado en su propio lío
con un
confuso cruce de mensajes encontrados sobre la necesidad o no de
revisar el sistema por el que se financia a las comunidades
autónomas. Las declaraciones contradictorias sobre este asunto entre
miembros del Ejecutivo y del partido que lo sustenta hacen pensar por
momentos en que el PP le hace oposición a su propio gobierno y
viceversa.
La
película de los hechos es aproximadamente la siguiente: el jueves se
reúnen Mariano Rajoy y Artur Mas con el pacto fiscal que pide
Cataluña sobre la mesa; como la petición catalana es inasumible por
el Gobierno central se le ofrece a Más una revisión del modelo de
financiación. Al día siguiente, la vicepresidenta Sáenz de
Santamaría admite que hay muchas autonomías disgustadas con el
sistema, promete que “se revisará en esta legislatura” y anuncia
que el asunto se abordará en la reunión que los presidentes
autonómicos celebrarán la semana próxima con Rajoy.
Sin embargo, para sorpresa de muchos, en la reunión que ayer celebraron la propia vicepresidenta y las comunidades autónomas para preparar el orden del día del encuentro autonómico con Rajoy, el asunto ni siquiera se mencionó. Esa fue la primera señal de aviso. La segunda, mucho más alarmante, la dio casi al mismo tiempo María Dolores de Cospedal, la número dos del PP y a la sazón presidenta de Castilla – La Mancha que, junto a la propia Cataluña, Canarias o Andalucía, peor financiación reciben.
Aseguró
la dirigente popular – en contra de lo que había dicho Sáenz de
Santamaría – que “no es el momento de abrir en canal” el
modelo de financiación autonómico y que los presidentes de las
autonomías en la que gobierna el PP ni siquiera lo plantearán en la
reunión con Rajoy. Éste, desde la lejanía de Nueva York, a donde
llegan muy atenuadas las demandas soberanistas catalanas, remachó el
clavo asegurando que revisar la financiación autonómica no es una
prioridad para su Gobierno.
Aunque
con otras palabras, el presidente vino a decir que en épocas de
vacas flacas como la actual, en la que la caja pública empieza a
criar telarañas por la caída de los ingresos, poco es lo que hay
para repartir y contentar las aspiraciones de todas las comunidades
autónomas. Muchas de esas comunidades - caso de Canarias, que debió
de habérselo pensado bien antes de darle en 2009 el visto bueno al
modelo actual - se sienten perjudicadas por el reparto en vigor. Para
estas autonomías, las últimas declaraciones de Cospedal y de Rajoy
son un jarro de agua fría sobre sus aspiraciones – alimentadas por
las palabras de Sáenz de Santamaría - de que el modelo se revise
cuanto antes para paliar el déficit de financiación que vienen
padeciendo en los últimos años.
Pero,
más allá de la algarabía
en la que parece haber caído de nuevo el Gobierno en relación con
este asunto, con la desautorización de Rajoy a su propia
vicepresidenta, surge una duda razonable sobre si efectivamente es
este el mejor escenario económico para revisar la financiación
autonómica de la que dependen la prestación de servicios públicos
esenciales como la sanidad o la educación.
A
menos que los ingresos vuelvan a aumentar significativamente a corto
y medio plazo – que no parece lo más probable – será imposible
atender las demandas de todos sin originar nuevos y tal vez más
profundos agravios comparativos entre comunidades autónomas ricas y
pobres, sobre todo si la revisión se hace pensando en calmar las
veleidades soberanistas catalanas.
En
ese escenario, Canarias podría salir aún mucho más perjudicada de
lo que está actualmente con el ahora denostado sistema de 2009. ¿Qué
hacer entonces? Sólo cabe una salida: exigir con una sola voz que
reúna a todas las instituciones, fuerzas políticas, sociales y
económicas del Archipiélago una financiación acorde con la
realidad del Archipiélago y el cumplimiento escrupuloso del Régimen
Económico y Fiscal, una particularidad canaria cada vez más
arrinconada e ignorada por el Gobierno del Estado. Eso o, en el caso
de que al final se abra el melón de la revisión del sistema, rezar
aquello de virgencita,
virgencita que me quede como estoy.
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