Trabajan poco los griegos
y así va el país: Olimpo abajo y sin frenos. Han sido siempre más
partidarios de la pluma que de la espada y a la vista están las
consecuencias. Es verdad que en sus buenos tiempos se dieron de
garrotazos, se expandieron por el Mediterráneo fundando colonias, la
armaron en Troya y hasta un tipo llamado Alejandro se empecinó en
conquistar medio mundo y no paró hasta que lo consiguió.
Sin embargo, a nadie se
le oculta que siempre han sido más dados a actividades poco
productivas como la filosofía, la historia, el teatro, la poesía,
la astronomía, las matemáticas, la escultura o la arquitectura.
Incluso se atrevieron a inventar la democracia, con los terribles
problemas que eso le ha venido generando a la Humanidad hasta la
fecha presente. ¿Qué país puede prosperar económicamente con
semejante caterva de indolentes ciudadanos? ¿Cómo es posible que
crezca la economía de un país si no tiene bancos y banqueros que
generen riqueza y empleo para todos?
Quién sabe, pero tal vez
les habría ido mejor si hubiesen actuado como algunos de sus
vecinos, hubiesen habitado en inmundas chozas y se hubiesen cubierto
las vergüenzas con taparrabos de piel de oso. Y si además hubiesen
invadido algunos países próximos y cometido una escabechina histórica,
a lo mejor serían mucho más respetados y tenidos en cuenta. Pero así
se escribe la historia y hoy los griegos tienen que aceptar de nuevo
las órdenes de quienes ya les han hecho la vida imposible en alguna
que otra ocasión.
El Divino Triunvirato
Mercantil formado por la UE, el BCE y el FMI, que de la historia
antigua lo único que conoce y admira es el incendio de Roma, ha
dicho que los griegos tienen que trabajar no cinco, sino seis días a
la semana. Los griegos son ya los que más trabajan de toda la Unión
Europea pero no es suficiente para sacar al país de la crisis y
ponerlo en la senda del crecimiento. Además,
quiere el Divino Triunvirato Mercantil que el coste del despido se
quede, como mucho en la mitad y, si acaso, un agradecimiento por los
servicios prestados y si te he visto no me acuerdo.
Son
dos soluciones que sólo pueden calificarse de divinas: no hay mejor
manera de luchar contra el paro que haciendo trabajar más a los que
tienen empleo en lugar de repartir el poco trabajo que hay con los
que no tienen curro. Y lo de abaratar el despido sólo puede
calificarse de genialidad divina a la vista de los magníficos
resultados que está teniendo esa misma medida en países como
España.
Aunque
no hay nada decidido, se comenta que en la próxima negociación de
un nuevo rescate a Grecia se abordará la posibilidad de incluir en
el préstamo unos cuantos millones de látigos de siete colas para
garantizar el cumplimiento de estos compromisos.
Lo
que sí se descarta por ahora es establecer la semana laboral de
siete días o el año laboral de 365 días, 366 si es bisiesto. Los
griegos podrán seguir disponiendo de al menos un día a la semana
para agradecer como se merece la generosidad que derrama sobre ellos
el Divino Triunvirato Mercantil.
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