Alfredo Pérez Rubalcaba se ha amarrado los machos y ha anunciado que presentará una moción de censura contra Rajoy si el presidente no comparece en el Congreso para explicar su relación con Bárcenas. Eso ocurrirá – ha precisado Rubalcaba – si el PP vuelve a vetar la comparecencia de Rajoy, algo que se discutirá otra vez en una nueva reunión de la Diputación Permanente del Congreso convocada para el próximo día 24. Si los populares vuelven a decir por octava vez no a la comparecencia, que es lo más probable, el líder socialista registraría la moción de censura para la que ya ha pedido el apoyo del resto de la oposición en donde no todos comparten de momento la iniciativa.
IU aboga por la dimisión de Rajoy y la convocatoria de elecciones anticipadas, el grupo catalán exhibe su habitual ambigüedad, el vasco no la ve y los republicanos de ERC no apoyarán una moción presentada por un partido que no respalda el “derecho a decidir”. No es imprescindible el apoyo del resto de la oposición para que la censura se presente y debata. Para eso basta que la firmen 35 diputados del PSOE que, además, deben proponer un candidato y un programa de gobierno alternativo. El candidato se supone que ya lo tienen y, salvo sorpresa mayúscula, sería Alfredo Pérez Rubalcaba. Cosa distinta es el programa de gobierno que tendría que exponer en la cámara y que no se elabora de la noche a la mañana sin riesgo de hacer un pan como unas tortas.
El paso al frente dado hoy por el líder socialista puede suponer para él un paso hacia el abismo político habida cuenta de que la iniciativa no tiene posibilidad alguna de prosperar y el PP aprovecharía para sacarle los colores derivados de su paso por el Gobierno de Zapatero. Rubalcaba no es un ingenuo que acaba de empezar en política y es de suponer que ha sopesado los riesgos políticos a los que se enfrenta si continúa adelante con la moción de censura.
Si acaso, la iniciativa tiene la ventaja de ser la única de la oposición que el PP no puede bloquear por lo que Rajoy tendría que dar la cara en el Congreso y contar todo lo que sabe y calla sobre la financiación ilegal de la que habla Bárcenas y los sobresueldos en negro percibidos por él y el resto de la cúpula del partido. Sin embargo, ni eso es seguro ya que el reglamento de la Cámara no obliga al presidente censurado a defenderse en el hemiciclo y Rajoy podría volver a escabullirse. Eso en el supuesto de que el debate no degenere en un nuevo episodio de “y tú más” que sólo transmita ruido y confusión y no termine aclarándole gran cosa a los ciudadanos que volverían a quedar defraudados por el comportamiento de los dirigentes políticos. Por ello, la moción de censura se antoja de entrada como un brindis al sol de escasa eficacia.
La dimisión de Rajoy y la convocatoria de elecciones anticipadas como reclama IU tal vez sea un lujo que España no se puede permitir en estos momentos por más que las encuestas le suenen últimamente a gloria a Cayo Lara y los suyos frente al retroceso del PP y el PSOE en la intención de voto. La opción de resistir al escándalo y no hacer nada para aclararlo sólo la defiende el PP y no es de recibo a la vista de las últimas revelaciones periodísticas sobre los SMS entre Rajoy y Bárcenas que ya han repicado los principales medios internacionales y las declaraciones de ayer del ex tesorero en sede judicial.
Queda por último la dimisión del presidente y su sustitución por otro miembro del Gobierno, tal vez la vicepresidente Sáenz de Santamaría que parece ajena al trasiego de sobresueldos, SMS y otras sospechas que pesan sobre el PP. La oposición tiene medios de presión para empujar en esa dirección y los cálculos electorales y políticos de unos y de otros no deberían pasarlos por alto. La situación generada sólo admite la dimisión de un presidente rehén de sus silencios ante un escándalo que afecta gravemente a su credibilidad, a la del Gobierno, a la del Estado de Derecho y a la confianza de los ciudadanos en el sistema democrático. Resistir y esperar a que escampe hace tiempo que dejó de ser una opción: la única salida es la dimisión.
Sagaz comentario del amigo José Luis. Pero, al final, no habrá ná de ná. Esto forma parte de la comedieta de la política, que es un carnaval cotidiano.
ResponderEliminarMe temo que tengas razón, Luis. Un saludo
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