Sólo faltaba esto, que nos enredáramos ahora en un lío sobre quién debe seguir instruyendo el caso Gürtel y los papeles de Bárcenas. El juez Ruz, para unos lento aunque meticuloso, para otros demasiado preocupado por no pisar muchos callos, no es el titular del Juzgado de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional en la que se ventilan ambas causas. Lo es Miguel Carmona, un juez supuestamente progresista que ahora es vocal del Consejo del Poder Judicial pero que en septiembre deberá reincorporarse a ese juzgado. La cuestión a resolver es qué hacer con Ruz: ¿continúa con la instrucción como juez auxiliar cuando regrese Carmona? ¿vuelve al juzgado de Móstoles del que es titular?
A Carmona no parece hacerle mucha gracia que Ruz siga instruyendo el caso Gürtel y los papeles del ex tesorero del PP. Cree que, siendo él el titular del juzgado de la Audiencia Nacional, parecería que es en realidad el juez auxiliar toda vez que su conocimiento de estos dos intrincados casos no debe ir mucho más allá de lo que se ha publicado en los medios. Por eso pide al Consejo del Poder Judicial que la plaza de auxiliar se decida entre las peticiones que puedan presentarse para ocuparla en lugar de designar directamente a Ruz al que, al mismo tiempo, no duda en echarle flores y del que dice que es muy trabajador, discreto y eficaz.
Cuando hoy se le ha preguntado qué ocurriría si al final se designa a otro juez para sustituir a Ruz en esos dos casos y otros de gran calado que también se instruyen en ese mismo juzgado de la Audiencia, Carmona ha echado mano de la bola de cristal y ha respondido que “ve difícil” que otro magistrado más cualificado quiera optar a la plaza.
No obstante, insiste en que debe evitarse que se dé pie a que, por precipitación, haya quien encuentre un resquicio para solicitar la nulidad de las actuaciones realizadas hasta ahora. Será en todo caso el Consejo del Poder Judicial el que decida y, en principio, parece que hay una mayoría favorable a que Ruz siga con el caso como han pedido incluso el Congreso de los Diputados y la propia Audiencia Nacional.
De nuevo parece que tenemos los no siempre invisibles hilos de la política moviendo el trasiego de jueces entre juzgados y sumarios e intentando colocarlos en los momentos decisivos y en los lugares clave en función de intereses espurios que poco tienen que ver con la Justicia. O lo que es peor, maniobrando en la sombra, tal vez con el objetivo de hacer encallar todo el proceso. No hace falta señalar quién exhalaría un hondo y largo suspiro de alivio si eso ocurriera.
No es fácil predecir cómo resolverá este nuevo embrollo trufado de celos profesionales el Consejo del Poder Judicial: si en lugar de abrir la posibilidad a otros jueces designa directamente a Ruz como juez de refuerzo de Carmona para que continúe con el caso puede dar pie a peticiones de nulidad; si por el contrario lo aparta de la instrucción ésta se estancará y para cuando se abra el juicio oral todos calvos y muchos de los delitos investigados prescritos si no lo han hecho ya alguos de ellos.
Sobra decir que nada de todo eso le interesa a una sociedad harta de estos espectáculos y deseosa de que, ya que ni el PP ni Rajoy quieren dar explicaciones ni asumir responsabilidades, al menos la Justicia sea rápida y eficiente. Dice el juez Carmona, el mismo que no quiere parecer auxiliar siendo titular, que si llegara a producirse la nulidad del caso “habría que correr a enterrarse bajo 1.000 metros de tierra”. Mucho más que eso: ardería Troya.
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