Por mucho que
lo intente, nada que yo o cualquier otro
pueda escribir hoy será capaz de mejorar y ni siquiera igualar una sola de las miles de viñetas que
dibujó Forges a lo largo de sus más de 50 años dedicados al humorismo gráfico. Antonio Fraguas “el Forges” ha sido el cronista
perspicaz, penetrante y certero del último medio siglo de la vida española, de
sus grandes alegrías, de sus tristezas y de sus no pocas miserias. Sus
funcionarios gandules, sus obsesos del fútbol y la televisión, sus burócratas
insensibles de mente cuadriculada, sus náufragos, sus empresarios orondos o sus trabajadores
esmirriados, son parte por derecho propio del imaginario de este país. También
sus palabros que – esos sí y no otros impostados que algunas intentan meter con
calzador – se han integrado de tal
manera en el lenguaje común desde hace décadas que los usamos con absoluta
naturalidad: sociata, bocata, muslamen y tantas otras palabras de nuestra jerga
diaria. Sus a veces desolados personajes del mundo rural y de la ciudad, sus mendigos o sus
banqueros hinchados nos hablan también de una sociedad que cambia a pasos
agigantados y de forma muchas veces descontrolada.
Las viñetas de Forges han
sido el altavoz de la denuncia diaria de la injusticia social, de la miseria, de la
explotación laboral, de la burocracia ridícula o del desprecio por la cultura y,
en muchas ocasiones también, gritos explícitos contra el terrorismo o el
machismo o contra cualquier otra lacra social. Nada de lo que de relevante ha
ocurrido en todos los ámbitos en este país e incluso del mundo durante el
último medio siglo ha sido ajeno a la ironía – a veces tierna, a veces ácida y
a veces dura – del gran Forges. En muchas ocasiones, sus caricaturas han dicho
más y con más claridad que cien sesudos editoriales y páginas de opinión. Porque
escribir un buen artículo sobre un asunto determinado no es tarea fácil, pero
mucho menos lo es condensar con profundidad en unos cuantos trazos y en un par
de frases humorísticas todo un modo de ser y de estar ante la realidad. Forges ha sido ante todo un demócrata cabal, fiel durante toda su
trayectoria a los principios y valores que nos hacen ciudadanos libres
pero tolerantes, sujetos de derechos pero también de deberes. Su espíritu
crítico y de profundas convicciones democráticas se puede rastrear sin
dificultad alguna en todas y cada una de sus viñetas y en cada una de las
frases que las acompañan. Por su enriquecedora trayectoria es merecedor de
formar parte de la historia reciente de este país y este país le debe mucho a su
aguda y sensible visión del mundo. El humorismo gráfico español ha
perdido hoy a un maestro pero deja un legado tan ingente como imprescindible para
entender los 50 últimos años de la vida española.
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