Va para un mes
ya que las en otros tiempos llamadas autoridades competentes cortaron la cinta
del fastuoso acuario Poema del Mar. Sin
embargo, nadie parece en condiciones de dar noticia cierta de cuándo abrirá sus
puertas a ciudadanos y cruceristas ansiosos por contemplar toda suerte de bichos
marinos llegados de los cinco continentes y parte del extranjero. Lo único
cierto a día de hoy es que, si usted se da un paseo por las flamantes
instalaciones ubicadas en el Puerto de la Luz y de Las Palmas, encontrará un
acuario muy bonito por fuera, con lucecitas de colores, pero rodeado de barcos de no muy buen ver y
chatarra de peor aspecto aún. No pierda el tiempo intentando averiguar la fecha de
apertura, los horarios de visita o el precio de la entrada: en su puerta no hay
un triste folio que informe de nada de nada. A uno, ingenuo por naturaleza, le
llama la atención que se hayan invertido 35 millones de euros en unas instalaciones
llamadas a ser una de las joyas turísticas de Gran Canaria para tenerla ahora en
barbecho después de la fanfarria inaugural.
Allí se escucharon aquel día sesudos discursos de los políticos de turno
en los que se habló “del antes y el después del acuario”, del “Gran Canaria ya
tiene su acuario” y de “hoy es un día histórico para la ciudad de Las Palmas de
Gran Canaria”, entre otros lugares comunes.
El Poema del Mar y en primer plano un oxidado mastodonte llamado Blue Bird: entre pájaros y peces anda el juego |
Las hablillas
a propósito del cierre a cal y canto del acuario y la soledad en la que llevan
viviendo sus peces desde hace semanas son muy diversas. Desde problemas con la
energía eléctrica hasta insuficiente cualificación del personal contratado para
el servicio y la atención que un acuario de postín como ese debe prestar a sus
visitantes. Sin embargo, ni la empresa ni el entusiasmado ayuntamiento ni la
circunspecta Autoridad Portuaria dan razón alguna de por qué no abre sus puertas
Poema del Mar. Hay que recordar, además, que
el espacio en el que se asienta el acuario era el utilizado hasta no hace mucho
por Naviera Armas para el atraque de sus barcos. Para hacerle hueco al acuario,
a la compañía marítima se le adjudicó un espacio amplio pero a medio terminar,
incómodo y sin servicios en el muelle Nelson Mandela, situado en las Chimbambas
y para llegar al cual el sufrido pasajero se tiene que gastar tanto en taxi
como lo que le cuesta un trayecto a Tenerife o a Fuerteventura. También hay que
recordar que el ayuntamiento no tiene previsto que la pasarela peatonal que
debe comunicar el acuario con el mercado del Puerto este terminada antes de
2019, con lo que el acceso a las instalaciones, en donde no hay nada aún que
merezca el nombre de aparcamiento, se convertirá en toda una odisea marítimo –
pesquera. Por ahora, los peces y tiburones siguen nadando en soledad y del
medio millón anual de visitantes previstos no ha llegado ni uno para admirarlos
y hacerse selfies con ellos. Y mientras, los que saben o deberían saber los motivos por los que no abre sus puertas después de años de darnos la tabarra con las bondades del acuario, han guardado las tijeras de cortar cintas y han hecho todos mutis por el foro.
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